Vista general del templo © Fundación Santa María la Real - CER
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ARQUITECTURA
En planta, la iglesia de San Andrés de Gama ofrece cierta complicación como consecuencia de las reformas y añadidos que ha sufrido a lo largo de su existencia. A primera vista se advierte que su planta primitiva, románica de una sola nave y un solo ábside, ha sido modificada con la realización de un ensanchamiento que obligó a romper el muro de mediodía y lo trasladó prácticamente -incluida la puerta abocinada- unos metros hacia delante, lo cual permitió crear una segunda nave al sur de la vieja, nave que, por su parte, se remató con cabecera recta y se compartimentó con tres tramos separados por dos arcos de medio punto. Otro arco, apuntado, separa la nave románica de la añadida, ocupando el lugar que antes cerraba el muro románico que fue perforado.
Desde el punto de vista del material que se utilizó en los diversos muros y épocas, señalaremos el empleo de la sillería en la fábrica románica y la mampostería y el ladrillo en aquellas reformas posteriores, que son también patentes en la espadaña. Es muy posible que el destrozo de la fábrica románica tuviese lugar entre los siglos XIV y XVI, al construirse la segunda nave citada. También sabemos, por documentos consultados por García Guinea, que en 1565 los canteros Gonzalo de Gama y Hernando de Oteiro cercan el muro del cementerio que se adosa a la iglesia en su lado norte. En los siglos XVII-XVIII serían construidas, muy probablemente, la sacristía y la torre.
En una restauración realizada en la década de los sesenta se utilizó excesivo hormigón que ha perjudicado mucho al ambiente, tanto externo como interno, de la iglesia. Esta modificación en sus estructuras elementales es lo que pudo ocasionar que el equilibrio de los muros, incluido el del ábside, se rompiese, produciendo un amago de ruina sobre todo en ésta capilla principal y en el muro norte, situación que queda bien patente en los pesados y antiestéticos contrafuertes que han llegado a velar la belleza consustancial al ábside románico, cuya ventana central aparece hoy prácticamente oculta tras uno de ellos.
El muro norte, con mayor altura que la cabecera, tuvo su refuerzo sin duda para soportar las presiones de la bóveda de crucería que muy posiblemente se colocó durante las obras de ampliación de la iglesia en substitución de otra primitiva, que podemos suponer de cañón apuntado o bien una simple armadura de madera.
El trasladado muro meridional rearmó su puerta, según parece, tal como fue concebida cuando se construyó, y los canecillos que coronaban la cornisa de este lado de la iglesia fueron descendidos a la altura del tejaroz de la puerta. Ésta, avanza sobre el muro en cinco arquivoltas de arco apuntado con simple alternancia de boceles y escocias. Apoyan todas sobre cimacio corrido y decorado, que describiremos junto a los capiteles -cinco por lado- en el apartado escultórico. Los fustes son cuatro monolíticos y seis entregos, y las basas tienen gruesos toros desgastados. Todo el muro sur ha sido cubierto por un pórtico moderno realizado en ladrillo revocado en los años sesenta, con techumbre de madera plana y abierto por tres arcos de medio punto. A la derecha de la puerta y en escuadra que apoya ampliamente sobre el ábside se alza el muro de sillares de la sacristía, perfectamente construido y rematado por una cornisa cuya tipología nos induce a pensar en los siglos XVII-XVIII para su realización.
ESCULTURA
La decoración escultórica de Gama se ciñe -como en la mayor parte de las pequeñas iglesias románicas- a las tallas que aparecen en los capiteles, cimacios y arquivoltas de la portada, a aquéllas de los canecillos de las cornisas y a las de los capiteles que pueden existir en las ventanas o en el arco triunfal.
En la portada, tanto los cimacios como los capiteles (cinco a cada lado) se cargan de excelente decoración vegetal y animal en donde roleos de hojas carnosas, zarcillos, acantos doblados, caulículos, aves afrontadas con cola de dragón, etc., forman un conjunto de talla muy característica que no es difícil emparentar con la que por estas mismas fechas (1190) se está haciendo en San Andrés de Arroyo, Aguilar de Campoo, Zorita del Páramo o Revilla de Santullán,... y que se configura como obra de una escuela de canteros con sumo gusto y maestría. El guardapolvo de la puerta lleva también decoración vegetal a base de pequeñas hojas cuatripétalas en las dovelas inferiores.
La talla de los elementos vegetales aparecidos en la portada de Gama y su concomitancia con algún que otro capitel del desaparecido claustro de Santa Eufemia de Cozuelos (posiblemente realizado a partir de 1186) hace que consideremos perfectamente válida la fecha de 1190 para la realización de dicha portada.
Los canecillos conservados, tanto los del tejaroz (siete) de la puerta, como los del muro sur (doce), tienen figuras de animales (liebre, león, aves afrontadas) y figuras antropomorfas (arpía), en el tejaroz. Y figuras humanas, liebre, vegetales, de nacela y proa de nave, para los del muro. Algunos conservan restos de policromía -intenso color azul y marrón- si bien dudamos que haya sido aplicada en época románica o medieval.
Los canecillos conservados en la cornisa del presbiterio o en la del semicírculo absidal son bastantes, si bien los hay muy deteriorados. Algunos son figurados, con representaciones humanas (personajes sedentes, músicos, contorsionistas, clérigos, guerreros, danzantes, etc.), y otros llevan animales fantásticos (sirenas cogiéndose la cola y arpías) que son muy semejantes a los existentes en el claustro y capilla del abad del monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo. Hay otros con animales naturales (aves cebando a sus crías, animales acostados, etc.,) y vegetales, así como de simple nacela. Uno de los canecillos del ábside lleva un personaje sentado que abre un libro donde se ven dos renglones grabados con letras de muy difícil lectura. El renglón superior parece que dice: ERAT” o “ERAM. En el de abajo puede suponerse un DOMINI, aunque sin ninguna seguridad. En la ventana central, cubierta casi con el contrafuerte, se llega sin embargo a percibir un capitel tallado con dos figuras zoomórficas -quizá leones- en actitud de lucha. Posee cimacios con motivos vegetales (hojas y ramos que se curvan), muy deteriorados, que para García Guinea son muy similares a los ejecutados en Brañosera, y por tanto realizados hacia los mismos años finales del siglo XII.
Los motivos escultóricos del interior de la iglesia se limitan a los temas representados en los capiteles del arco triunfal. El derecho, el de la epístola, con la representación bíblica -tan común en el románico hispano- tomada del Antiguo Testamento, de Daniel en el pozo de los leones. El profeta está en actitud orante y los leones lamiendo sus pies. El capitel de la izquierda -del evangelio-, materializa una escena profana con marcado simbolismo religioso: dos personajes a caballo, toscamente esculpidos, en actitud de enfrentamiento, y entre ambos una figura femenina que parece sujetar por las riendas a los dos animales, convirtiéndose en juez de la contienda: una clara representación de lucha entre caballeros, tan repetida en la iconografía románica, que puede simbolizar el Juicio de Dios y que encontramos en muchas iglesias palentinas (Resoba, Valdeolmillos, Villavega de Aguilar, Revilla de Collazos), burgalesas (La Cerca, Los Ausines, Fuenteurbel) o montañesas (Retortillo). Ruiz Maldonado, que ha dedicado diversos estudios a este tema, opina que esta iconografía representa la Paz y Tregua de Dios, dos instituciones plenamente medievales.
Los cimacios de los dos capiteles del triunfal van decorados con toscos motivos vegetales de vástagos entrelazados.
IMAGINERÍA
Varios retablos adornan el interior de San Andrés. El principal -en el ábside románico- es del siglo XVIII, con sagrario del XVII. El retablo del lado norte parece de fines del XVI o inicios del XVII, quizás fuera ésta al que se refieren los datos del libro de fábrica recogidos por García Guinea y que hacían referencia a la construcción de uno en 1577 por el entallador Sebastián de Bergaño y el pintor Francisco González.
Otro retablo del mismo muro y más pequeño puede situarse en los comienzos del XVII. Aparece en éste una popular imagen de San Roque de tradición berruguetesca.
ORFEBRERÍA
Se conservan en el templo varias piezas de mobiliario litúrgico interesantes aunque ninguna medieval, sólo resaltar que la campana posee una inscripción del siglo XV con la leyenda SANTA BARBARA ORA PRO NOBIS, AÑO DE 144? más la firma DOMENICO RUIZ ME FECIT.
Autor del texto: Artemio Manuel Martínez Tejera
Enciclopedia del Románico - Fundación Santa María la Real